Toda actividad artística se
convierte en el medio con el que establecer un diálogo muy enriquecedor con el
entorno físico y social, desarrollando en él capacidades creativas y a la par
una actitud estética hacia el medio; contribuye al desarrollo de la
personalidad, porque ayuda a construir pensamiento, le proporciona un método de
expresión y le capacita para apreciar esta forma de lenguaje. Es por tanto, un
instrumento más de formación del ser humano que además estimula la imaginación
y fantasía[1].
Esta actividad holística que
representa la expresión plástica pone en marcha capacidades tales como:
o
Sentir (la realidad externa e interna)
o
Percibir (organizador de las informaciones
recibidas)
o
Retener (mentalmente imágenes)
o
Elaborar (las imágenes mentales que se
representan de una manera personal y unívoca)
La expresión artística se
convierte en la manifestación de los procesos mentales que conducen al
conocimiento último de la realidad formal del entorno y a la formulación de ideas obtenidas a partir de la
realidad en su triple enfoque[2]:
o
Capacidad de percibir
o
Capacidad de realizar
o
Capacidad de establecer juicios
Expresión plástica en el
primer ciclo de infantil
Ya se ha manifestado el carácter
holístico e integrador que cumple el trabajo en el aula con actividades
plásticas en la etapa 0-3.
Cuando se trabaja con actividades
de expresión plástica en infantil, los niños y niñas expresan y se comunican
con elementos y recursos que colaboran en el desarrollo de:
o
La curiosidad exploratoria e indagatoria
o
La capacidad referencial
o
La capacidad de la libre expresión, espontánea,
con descarga o no de energías y tensiones
o
La capacidad de comunicación
o
La capacidad de reflexión y valoración propia de
su experiencia y de la experiencia de otros a través de la observación
o
La creatividad, la imaginación y la fantasía
La expresión plástica tiene la
facultad de comunicar y de representar y les sirve a los niños y niñas como
nexo entre su mundo interior y el mundo exterior al ser un instrumento que
posibilita la interacción, la representación y la expresión de las vivencias[3].
Por ello, resultaría casi ineludible trabajar actividades plásticas para
contribuir al desarrollo global e integral de los niños y niñas.
La creatividad en la etapa infantil
La función de la creatividad
viene ligada de manera intrínseca al desarrollo de la función imaginativa. Esta
etapa que se inicia a partir de los dos años en adelante, con la aparición del
juego simbólico, abre el camino expansivo a la creatividad.
La creatividad es un acto humano
que tiene su función en el intelecto humano: el pensamiento divergente.
Consiste en la elaboración de soluciones originales o generación de nuevas
ideas o conceptos que producen soluciones originales que permiten modificar y
transformar el mundo. Esta capacidad de inventiva guarda estrecha relación con
la heurística (del griego εὑρίσκειν, hallar o
inventar) con la que se trabaja en esta etapa, de manera que el niño descubre
cosas nuevas a través de la exploración, experimentación y descubrimiento. Si
en los primeros doce meses se trabaja con cesto de los tesoros, entre los doce
y veinticuatro meses con el juego heurístico, la expresión plástica en gran
medida puede contribuir a este hallar en las etapas posteriores. La plástica no
cumple solo una función artística hedonista sino que es un reinventar constante
a través de la manipulación de materiales con multitud de posibilidades de
expresión que estos brindan. Entendido de esta manera, las técnicas artísticas
son la base, el recetario del que partir para dar paso a la espontaneidad e
imaginación expresiva. No tanto en el sentido ortodoxo de enseñar la técnica y
su funcionamiento, sino en mostrar la técnica desmenuzada para que el niño/a la
interiorice a través de la manipulación dando paso al aspecto más íntimo de la
creatividad.